Hace poco escribí una cosa que, curiosamente, sólo al volver
a leerla algo más tarde cobró sentido y me llegó a impactar.
De ahí un poco el nombre de este blog (bueno, hay otro
referente más claro aún, cómo alguien se habrá dado cuenta ya…) y también el
valor y la determinación como para empezar a escribirlo. Y de ahí muchas más
cosas, cambios que llamaría fundamentales en cuanto a mi propia vida se refiere.
Me he estado preguntando cosas. ¿Cómo me gustaría vivir la
vida y quién me gustaría ser en esta película cuya protagonista soy yo, quiera
o no? ¿Cuál es el papel que quiero ocupar y qué tipo de presencia tener
en ella? En fin, ¿cómo quiero yo vivir? ¿Siendo feliz o infeliz? ¿Disfrutar,
sentirme llena y satisfecha o hundirme por estupideces y dejar que cosas
insignificantes me hagan venir abajo?
Creo que muchas veces somos infelices porque queremos serlo.
Porque tenemos miedo a cambiar las cosas que nos impiden sentir felicidad y
disfrutar de lo que la vida nos puede dar. Al menos veo que este ha sido mi caso.
Y ahora que intento olvidar el miedo al fracaso y la negatividad, tratar que no me aten los pies (ni las alas) esos dos
pecados mortales, se me ocurren una infinidad de cosas que quiero - ¡y puedo! –
realizar.
Esta es una sensación nueva para mí. ¡Y es embriagadora!
Si alguien se pregunta qué fue lo
que escribí para llegar a pensar en todo esto…
Es el miedo que nos
ata las alas y cuando lo pierdes ¡puedes volar! Gracias por haberme dado las
alas. Un día de estos las extenderé y me dejaré llevar por el corriente de
aire.
Poco a poco voy viendo qué tal se
me da esto de volar.
imagen: ni idea, lo siento.
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